domingo, 4 de septiembre de 2016

TLC implica ruptura de débiles integraciones en la región


Alejandro Zegada.- elpais.com.- Los Tratados de Libre Comercio (TLC) generan una “creciente pauperización del trabajo”, y están hechos “a medida y conveniencia de los actores más beneficiados”, o sea  los más poderosos, advierten Vanessa Dourado (escritora brasileña) y Ramón Gómez Mederos (del Observatorio Geopolítico de la Energía y Soberanía de Argentina).
 
Según los expertos, este tipo de tratados fueron estructurados en gran medida por la competencia de China (considerada como una amenaza a los intereses de EEUU y sus aliados occidentales), y especialmente para contraponer la influencia de otros bloques económicos como los BRICS y la ASEAN+3.
Una faceta clave de los TLC son los nuevos patrones de control de la propiedad intelectual.
“Es importante recordar que las implicancias de la pérdida de competitividad de la economía norteamericana, además de la percepción de que Japón y los países asiáticos utilizaban libremente las tecnologías desarrolladas en los EEUU, postuló una fuerte política en cuanto a las patentes y la propiedad intelectual, fundamentalmente en la era Reagan y Clinton, a tal punto que en 1982 se crea una Corte de Apelaciones especializada en derechos de propiedad intelectual”, destacan Gómez y Dourado.
Así, las industrias intensivas del conocimiento (particularmente farmacéutica, audiovisual y de software) constituyeron en 1981 el ACTN (Comité Consultivo para las Negociaciones de Comercio) para vincular el comercio internacional con el fortalecimiento de los llamados derechos de propiedad intelectual.
El TPP: desde
y para EEUU
Una variante moderna de los TLC es el TPP (Tratado Trans-Pacífico). Resulta muy revelador entrar al sitio web oficial de la Oficina del Representante de Estados Unidos para el Comercio-Oficina Ejecutiva del Presidente (https://ustr.gov/).
En dicha web, el representante del gobierno norteamericano explica así textualmente lo que es el TPP: “El TPP escribe las reglas del comercio global – reglas que ayudarán a incrementar las exportaciones hechas en Estados Unidos, a hacer crecer la economía estadounidense, apoyará los trabajos bien remunerados en Estados Unidos, y fortalecerá la clase media estadounidense” [traducción propia].
El acuerdo (firmado este año), impulsado por el presidente Barak Obama, está conformado por 12 países: Australia, Canadá, Japón, Malasia, México, Perú, EEUU, Vietnam, Chile, Brunei, Singapur y Nueva Zelanda.
El Primer Ministro neozelandés, John Key, dijo al momento de firmar el acuerdo que el “TPP dará mucho mejor acceso a bienes y servicios a los 800 millones de habitantes de los 12 países firmantes” que representan un 36% del Producto Interno Bruto Mundial.
Mientras, Obama afirmó en un comunicado relacionado que “el TPP permite que Estados Unidos -y no países como China, que esta fuera del acuerdo- escriban las normas de circulación (comercial) en el siglo XXI, lo cual es especialmente importante en una región tan dinámica como Asia-Pacífico”.
De ahí la preocupación de Dourado y Gómez cuando advierten que el TPP “posibilita a los EEUU presionar a los países de América Latina y demás países participantes a adoptar nuevos compromisos que sean favorables a sus intereses y que limitan el desarrollo de estos países”, especialmente en lo referido a aspectos de propiedad intelectual/patentes.
Para los citados expertos, este proceso “es un intento de desmonte de esfuerzos, aunque poco efectivos e igualmente desarrollistas de los gobiernos llamados progresistas, en promover una mayor integración de América Latina con otros países de Sur, aunque hay una política de no-enfrentamiento al centro estructural de dependencia del Norte”.
Al TPP se suman iniciativas similares de “reorganización estatal al servicio de las transnacionales”: en Europa los acuerdos TTIP (Tratado Trans-Atlántico  de Comercio e Inversiones), y el Tratado de Servicios (TISA), que es un acuerdo secreto entre 50 países.
Pero el camino del TPP no es totalmente expedito. Ha habido manifestaciones de protesta en países firmantes, como Nueva Zelanda y Malasia. Y por el lado de los gobiernos y los legislativos también hay dudas.
El gobierno canadiense por ejemplo ya advirtió a través de su ministra de Comercio, Chrystia Freeland, que “muchos canadienses no se han decidido sobre el TPP y muchos más tienen dudas”, por lo cual habrá un examen en profundidad antes de ver si es ratificado. Los gobiernos firmantes tienen hasta octubre de 2017 para ratificar el tratado.